7 de diciembre de 2010

Directo a su conciencia

¡Dá y se te Dara! 

Cuenta  una antigua historia que, había un abad o superior de un monasterio, de corazón muy generoso.  Jamás negaba alojamiento, comida ni agua a nadie, siempre compartía con la gente que pasaba por allí  todo lo que tenían.  Lo extraño y maravilloso del caso es que cuanto más daba, más próspero se volvía el monasterio. Nunca les faltaban las frutas, el trigo, las verduras, la leche, la carne y las ofrendas en dinero para los gastos necesarios de todos los habitantes del monasterio.
Al morir el viejo abad, fue sustituido por otro de naturaleza totalmente opuesta. Era mezquino y muy poco generoso. Y siempre se quejaba de la mala situación. Un día llegó un anciano al monasterio pidiendo alojamiento y comida.                  Le contó al nuevo abad que años atrás  le habían acogido en el monasterio por un día y una  noche. 
El abad se negó a alojarlo, argumentando que en el monasterio ya no podían darse el lujo de ser tan hospitalarios  como antes, porque la situación estaba muy difícil 
-Hemos decidido  no  ofrecer pensión ni alimentos a nadie, antes lo hacíamos cuando éramos más prósperos, pero ahora  ya nadie hace ofrendas para nuestra obra, y escasamente nos alcanza para nosotros.
-No me sorprende, el motivo de su escases, dijo el anciano. Creo que se debe a que echaron a dos de los más importantes habitantes del monasterio.
-No recuerdo que  hayamos hecho tal cosa, respondió el abad desconcertado.
-Sí que lo hicieron, replicó el anciano.
-Eran gemelos: uno se llamaba Dad y el otro Se os dará. Como echaron a Dad, Se os dará  decidió irse también
Esta historia nos enseña,  el fruto y el contraste entre  la generosidad y la tacañería, nunca debemos dejar de ser generosos, la generosidad o el desprendimiento  en la vida de una persona que se llama cristiana, es un rasgo distintivo de un verdadero hijo de Dios.
      Nuestro Señor Jesucristo fue el ejemplo supremo de generosidad, el por amor a nosotros se hizo pobre, siendo rico,  para qué nosotros con su pobreza fuéramos enriquecidos.(2Cor 8:9) 
      La lógica y la sabiduría humana nos dicen que si somos generosos  nos quedamos pobres.  Pero la palabra de Dios, ósea la sabiduría divina, nos dice todo lo contrario. El que siembra generosamente, generosamente también cosechara, y por el contrario el que siembra escasamente, escasamente también cosechara. (2Cor 9:6)
      Cristo sembró generosamente su vida, su amor , su perdón y su sabiduría en personas que nada merecíamos, y Dios el Padre le exalto hasta lo sumo, dándole un nombre por sobre todo nombre.
      El que es miserable para la obra de Dios, por temor a quedar pobre, evidencia que su confianza  son las riquezas y  no Dios,  por eso Cristo dijo que era muy difícil que entran al reino de Dios  los que  confían en las riquezas.
      Mirad, y guardaos de toda  avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (Luc 12:15)  
      Recordemos y creamos siempre las palabras del Señor Jesús que dijo: Mas bienaventurado es dar que recibir. (Hch 20:35)  y no nos cansemos de hacer el bien; porque a su tiempo, cosecharemos sino desmayamos. (Gal 6:9 )
          


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