7 de septiembre de 2011


Dios envía embajadores.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 2Cor5:20

El gran teólogo y misiólogo A.J. Gordon, en una serie de discursos que dio en el Seminario de la Iglesia Reformada en abril de 1892, hizo esta valiosa declaración:
«Dios envía embajadores; no está buscando voluntarios para Su obra».
Lo que llama  la atención de esta declaración. Es que Pareciera que en la iglesia  nos inclinamos más a buscar voluntarios que esperar a que Dios ponga su mano sobre una persona, aun antes de haber nacido, y que proyecte a ese individuo a la misión del reino de Dios que por lo general es costosa, difícil y de mucha perseverancia.
Mientras más se observa esa declaración, más nos convencemos que nos hemos desviado del patrón  bíblico con referencia al reclutamiento del personal para la obra del Señor. «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé». (Juan 15:16) En Hechos 9:10-16 vemos cómo se declara el mismo principio cuando Dios escoge a Saulo de Tarso para cumplir una misión específica: dirigirse a un pueblo específico, en un tiempo específico de la historia, para cumplir una tarea específica. Pablo atestigua que ese era su llamado: «Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles...» (Gálatas 1:15,16)
Estoy convencido que la visión y el  concepto  que uno tenga hacia su llamado afectará en gran manera su nivel de compromiso. Si yo simplemente me he hecho voluntario para ejecutar una tarea, tengo la opción de retirar mi ofrecimiento cuando la tarea se complica o cuando me canse.  Sin embargo, si yo he sido escogido y comisionado por el Dios del universo para cumplir una tarea específica, tengo la convicción y el deber de cumplir mis obligaciones, cueste lo que cueste. El sentido de propósito y destino que uno adquiere con esta perspectiva da fuerza para los tiempos de prueba. Al tratar el tema del «Costo del Llamado al servicio en la obra de Dios »
Nuestro nivel de compromiso se relaciona en forma directa con la persona a quien servimos. Si usted sirve o trabaja para una persona importante  así será su entrega y compromiso.  Pablo entendía que era un instrumento y embajador  del  Rey del universo. Cada vez que Pablo daba su testimonio, hacía énfasis sobre la experiencia que tuvo aquel día camino a Damasco recordando siempre  el llamado que recibió de Dios. No existía ninguna duda para él con referencia a quién lo había llamado, y esto se volvió la fuerza mayor que lo empujó a buscar nuevas fronteras para cumplir la misión y el propósito de Dios sin importar cuanto tuviera que padecer (Hechos 9:1-19/ 22.6-16/26.12-18/14:8-20/16:11-32)
Quizás no exista duda alguna en nuestra mente de quién nos haya llamado, pero en ocasiones el concepto que tenemos del que nos llamo es inferior a lo que es Él realmente.
¿Para qué fue escogido Pablo? Pablo fue escogido para «llevar mi nombre en presencia de los gentiles». Esto suponía un llamado a la auto negación ya que pablo se consideraba superior en raza, conocimiento y santidad frente a los demás. Col 3.3-7  Para la naciente iglesia judía de la época de Pablo no fue fácil superar las barreras culturales y raciales e incorporar a los gentiles dentro del Cuerpo de Cristo. Pablo  fue llamado «para llevar mi nombre en presencia... de reyes, y de los hijos de Israel Hch 9:15 ». Este llamado especifico a una gente especifica indicaba rechazo y sufrimiento. El sufrimiento de Pablo a manos de los judíos fue incomparable,  y Cada vez que hablaba a reyes fue en cadenado y  no existe evidencia de que algún rey haya creído en su mensaje. Es de suma importancia que comprendamos que el único que puede dar poder para ser fuerte en medio de nuestra debilidad es Dios. Uno no se vuelve un siervo sufrido porque escoja hacerlo. Uno se vuelve un siervo escogido y sufrido cuando descubre por la palabra de Dios  que es embajador  de Jesucristo y no un voluntario. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará». (2Cor 5:18) (1 Tesalonicenses 5:24

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