CADA UNO DA, LO QUE TIENE EN SU CORAZÓN
No puede el mal árbol dar frutos buenos,
ni el buen árbol dar frutos malos. (Mat 7:18)
Juanita, una joven muy pobre iba a cumplir
15 años y decidió festejarlo e invitar a sus compañeros del colegio. Para esto ahorro
dinero por mucho tiempo.
Al enterarse sus amigos de la fiesta,
decidieron hacerle una broma.
Dentro del grupo estaba Pedro, el líder, era el que se divertía mofándose de todos. Les dijo a todos sus compañeros que se encargaría personalmente de preparar el regalo.
Dentro del grupo estaba Pedro, el líder, era el que se divertía mofándose de todos. Les dijo a todos sus compañeros que se encargaría personalmente de preparar el regalo.
Lleno una caja muy
bonita con basura y desperdicios mal olientes, la envolvió con papel dorado, le
puso un gran moño y una tarjeta con agradables palabras.
Llego la hora del brindis, le cantaron el
Feliz Cumple años y fue el momento que
Pedro en representación de todos le entrego el regalo.
Juanita, que estaba disfrutando la fiesta
de una manera increíble, abrió la caja con ilusión delante de los presentes,
entonces se encontró con la gran sorpresa. Pedrito y sus compinches se rieron y
se burlaron haciendo comentarios desagradables y humillantes.
Sin desdibujarse la
sonrisa de su cara, Juanita le pidió a Pedrito que la esperara un momento. Ella
se retiro por unos minutos de la fiesta, tiro la basura, limpio la caja, la
lleno de flores y la envolvió con el mismo papel. Al entrar al salón, todos se
quedaron sorprendidos de su actitud. Fue al encuentro de Pedrito, con mucho
cariño y dulzura le dijo: -Este es mi regalo para ti.
Expectantes y en
silencio los presentes, pensaron que la devolución de la broma iba a ser más
pesada. Este con manos temblorosas, abrió la caja y para su sorpresa, le
preguntó: -¿Qué significa esto. A lo que ella le contesto: «Cada uno da lo que tiene en su
corazón» Cristo dijo que no puede el mal árbol dar frutos buenos, ni el buen
árbol dar frutos malos. (Mat 7:18)
No te entristezcas
con la mala actitud de algunas personas; no pierdas tu serenidad. La ira
perjudica la salud y el rencor envenena el corazón, ya que «Alimentar el resentimiento, es como aquél que toma
veneno y espera que muera el otro
Con la ayuda de Dios domina tus emociones
negativas. Sé una persona controlada por el Espíritu Santo. No arrojes leña al
fuego de tu enojo. No pierdas la calma. Piensa antes de hablar y no cedas a tus
impulsos, por más razones que tengas. En otras palabras. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos
los hombres. No seas vencido de lo
malo, sino vence con el bien el mal. Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen; para
que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol
sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
Roma12:17,21/Mat5:44-45