Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá vacía, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir y da semilla al que siembra y pan al que come, así sera mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía,sino que hará lo que yo quiero y sera prosperada en aquello para que la envié. (Isa 55:10-11)
Porque toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. El, de su voluntad (no de nuestra voluntad) nos hizo nacer por la palabra de verdad. (Stg 1:17-18)
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